Las participaciones que poseemos en una empresa se pueden ver afectadas por las decisiones financieras que la cotizada vaya tomando o le obliguen a tomar. Y por eso es imprescindible distinguir las más importantes.
Un ejemplo clarísimo de ello es la ampliación de capital, que consiste básicamente en que la sociedad mercantil o empresa decide ampliar sus fondos propios emitiendo acciones nuevas (los accionistas veteranos tendrán preferencia a la hora de comprarlas) o aumentando el valor nominal de las acciones existentes.
En algunas ocasiones, se recurre a una ampliación de capital para lanzar una Oferta Pública de Suscripción (OPS). En estas operaciones, no hay derecho de suscripción preferente y la oferta se dirige a un grupo muy limitado de inversores
Nuestros títulos también pueden verse alterados por el proceso contrario a las ampliaciones de capital. Las reducciones de capital implican, así, la reducción de los fondos propios mediante:
- la disminución del valor nominal de las acciones existentes;
- la disminución del número de acciones previa devolución de las aportaciones a sus titulares;
- la agrupación de un ramillete de acciones para canjearlas por otras de menor valor nominal
Otro movimiento corporativo y financiero interesante para cualquier inversor en renta variable puede ser la Oferta Pública de Adquisición (OPA), que, como su propio nombre indica, es una operación en la que se ofrece un precio de compra por los títulos de una empresa cotizada, incluidos los que poseemos nosotros.
El objetivo de quien lo ofrece es, normalmente, tomar el control de la compañía. Las OPA pueden ser amistosas, si la dirección de quien quiere comprar y la de quien podría vender están más o menos alineadas, y hostiles, que es lo que sucede cuando sus intereses y agendas no coinciden. Tanto la existencia de una OPA como su éxito o su fracaso y su naturaleza amistosa u hostil… todas estas circunstancias, juntas o por separado, afectarán al valor de nuestros títulos.
Las Ofertas Públicas de Exclusión (OPE) son menos conocidas que las OPA, pero resultan igual de interesantes, y están muy vinculadas con ellas. En las OPE es la propia empresa la que les ofrece a los accionistas la compra de los títulos para que dejen de cotizar tanto éstos como la empresa. Una vez se acuerda la operación, la empresa debe lanzar una OPA por todos los valores relacionados con esos títulos que se acaban de ‘excluir’ de cotización.
Las Ofertas Públicas de Exclusión son, en cierto modo, lo contrario a las Ofertas Públicas de Venta (OPV). Y el motivo es que mientras las primeras sirven para que una empresa deje de cotizar en Bolsa, la segundas se utilizan, generalmente, para que sus títulos empiecen a hacerlo. Es verdad que las OPV también pueden producirse cuando un accionista mayoritario o de control vende su participación en el mercado, esté o no cotizando su empresa previamente.
Las dos últimas operaciones populares de financiación que pueden afectar a los títulos cotizados de una empresa son el desdoblamiento (split) y agrupamiento de acciones (contrasplit). El split consiste en dividir el valor nominal de las acciones de una sociedad en una proporción determinada. El valor nominal total de los títulos del accionista sigue siendo el mismo, pero ahora lo tendrá repartido en un número mayor de acciones. Las cotizadas utilizan los splits para incrementar la liquidez de los títulos y mejorar sus volúmenes de contratación.
Los contrasplits buscan contener la volatilidad de los títulos de una cotizada, reduciendo el número total de acciones que hay en el mercado aunque, a cambio, el valor de cada una de las que queden tenga que aumentar en proporción. Estas operaciones suelen llamarse contrasplits no solo porque van en sentido contrario a los splits, sino también porque suelen intentar contrarrestar el excesivo número de títulos que han alimentado varios ejercicios de splits y ampliaciones de capital.
Como se ve, nuestra renta variable, las acciones sobre todo, pueden verse afectadas por unas grandes decisiones financieras de las empresas cotizadas que van a cambiar, en distintos grados, la situación en la que nos encontrábamos previamente. No son conceptos especialmente complejos, pero sí que son conceptos que hay que conocer para saber cómo reaccionar y también qué es lo que debemos esperar exactamente en cada caso.
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