13 de abril de 2023 // Educación financiera

Qué es un activo financiero y cuáles son los más populares para los inversores

Encontramos con frecuencia la expresión “activo financiero” en los medios de comunicación, pero no siempre sabríamos identificarlos o distinguir los más importantes antes de invertir en ellos.

Los activos financieros, como recuerda la CNMV, son unos valores que acreditan la titularidad de determinados derechos políticos, económicos, etc. Estos instrumentos pueden ser:

  • Más o menos líquidos, dependiendo de si pueden convertirse o no inmediatamente en efectivo.
  • Más o menos arriesgados, dependiendo de la mayor o menor probabilidad de que se cumplan las expectativas de rentabilidad y de la protección del capital invertido.
  • Más o menos rentables, dependiendo de si sus rendimientos son mayores o menores para quien posee el activo.

Los depósitos destacan entre los activos financieros más comunes para los inversores. Y aquí hablamos de unos productos donde el banco se ofrece a custodiar el dinero de sus clientes a cambio de devolverles, en el plazo acordado, ese mismo dinero más unos intereses.

Otros activos financieros muy populares son los que forman parte de la llamada renta fija. Las entidades que los emiten reconocen con ellos una deuda y nosotros, al adquirirlos, nos convertimos en sus acreedores. Estos títulos suelen tener un plazo determinado y una rentabilidad que o se conoce de antemano. Si mantenemos los activos de renta fija hasta su vencimiento, es muy probable que recuperemos, siempre que el emisor no quiebre, como mínimo, lo invertido.

La renta fija es pública cuando los títulos de deuda los emiten organismos públicos (desde el estado hasta ayuntamientos o comunidades autónomas) con necesidades de financiación. Estos títulos pueden ser:

  • Letras del Tesoro, emitidas a 3, 6, 9, 12 y 18 meses. Su precio de adquisición es inferior al importe que el inversor recibirá en el momento del reembolso, y así, la diferencia entre el valor de reembolso de la letra y su precio de adquisición será el interés o rendimiento generado. Es lo que se denomina en términos financieros, una emisión “al descuento”. El importe mínimo de cada Letra es de 1.000 euros.
  • Bonos y obligaciones del Estado, que se emiten por su valor nominal a un tipo de interés fijo que se paga mediante cupones anuales. La única diferencia entre los bonos y las obligaciones es que los primeros vencen a 3 y 5 años y las segundas a 10, 15 y 30 años.

Por supuesto, las empresas también pueden emitir bonos y obligaciones, que serán, en este caso, pequeñas participaciones sobre la deuda que emitan las empresas, les dan derecho a sus tenedores a percibir un interés fijo o variable y a que les devuelvan el capital aportado en una fecha de vencimiento que va de los dos a los 30 años. La probabilidad de que se produzca el pago de los interés y la devolución del capital va a depender de lo solvente que sea el emisor. Para medir dicha solvencia, se suelen utilizar los llamados ratings crediticios, que otorgan agencias de calificación especializadas como Moodys, S&P o Fitch y que lo que hacen es asignar una calificación en función de la calidad del emisor (desde AAA para los mejores hasta C o D para los peores).

Renta variable

La situación, naturalmente, es muy distinta en los activos financieros de renta variable. Las acciones son valores mobiliarios que representan una parte proporcional del capital social de una sociedad anónima. Los accionistas son copropietarios en proporción a su participación y sus acciones pueden estar representadas por títulos físicos o por anotaciones en cuenta.

Existen otros activos financieros más allá de la renta fija, los depósitos o la renta variable, por ejemplo, las materias primas, los activos inmobiliarios o las inversiones en alternativos, como Hedge Funds, Private Equity, etc., generalmente sólo recomendables para inversores cualificados.

Papel de los fondos de inversión

Para el inversor particular, quizás la mejor manera de acceder de forma más simplificada a estos activos financieros es a través de la inversión en instituciones de inversión colectiva (IIC), como pueden ser fondos de inversión o de pensiones. La inversión en dichos productos financieros convierte a cada partícipe en propietario de una porción del patrimonio del fondo, en proporción al valor de sus aportaciones, y los aumentos o disminuciones del valor del patrimonio se atribuyen proporcionalmente a los partícipes. Esos aumentos y disminuciones dependerán del acierto del equipo gestor de la IIC, que toma las decisiones de inversión. La inversión en IIC tiene varias ventajas para los inversores: su alta diversificación, el acceso a mercados difíciles, el conocimiento experto del equipo gestor, liquidez diaria, y sobre todo, en el caso de los fondos de inversión, su atractiva fiscalidad dado que sólo pagaremos las ganancias acumuladas en el momento de rescate, pudiendo por lo tanto ir cambiando de estrategia o tipo de fondo sin tener que pagar impuestos en cada ocasión.

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