11 de mayo de 2023 // ESG

Así se puede producir más energía con menos emisiones

El aumento de la propia población mundial y de los niveles de desarrollo de muchos países anticipa un enorme incremento en la demanda de energía en sociedades cada vez más prósperas y electrificadas. ¿Pero cómo se puede compatibilizar todo eso con los compromisos medioambientales?

El nuevo paradigma ha emergido con rotundidad: las emisiones tienen que reducirse para evitar las peores consecuencias del calentamiento, las economías tienen que electrificarse y la energía tiene que ser más abundante para responder a las nuevas necesidades humanas. Según las estadísticas de Naciones Unidas, entre 2020 y 2040, la población global podría despegar en más de 1.000 millones de personas. En paralelo, más del 70% de las emisiones mundiales de CO2 están relacionadas, como documenta el observatorio del World Resources Institute, con el uso de la energía.

El informe CIO Special de abril de Deutsche Bank, dedicado a la transición energética, recuerda en este sentido que las mejoras en eficiencia van a ser insuficientes si queremos alcanzar como máximo un incremento de 1,5°C en la temperatura del planeta. Para ello, según los datos de la agencia internacional IRENA, el porcentaje que representa la electricidad sobre el total de la energía que se produce mundialmente podría tener que triplicarse hasta el 70% y las energías renovables deberían pasar de generar el 17% al 80% del total en 2050.

El análisis de la entidad alemana explica también por qué la electrificación de la economía tiene tanto sentido. Para empezar, advierte, la electricidad genera menos emisiones de CO2 y puede servirnos para obtener otras fuentes de energía como el hidrógeno, que serán decisivas para la transición ecológica. Por otra parte, sigue el informe, con la tecnología y el precio adecuados, la industria pesada y el sector del transporte podrían llegar a reemplazar los combustibles fósiles de los que dependen por una electricidad producida a partir de fuentes mucho más limpias que el gas o el petróleo.

El problema radica, según el CIO Special, en desarrollar sistemas de distribución de electricidad equilibrados y capaces de satisfacer una demanda galopante de manera fiable y con un alto nivel de penetración de energías renovables.

Ahora mismo, según la Agencia Internacional de la Energía, los combustibles fósiles generan dos tercios de la electricidad mundial, mientras que la producción eólica y solar apenas generan el 10%. Además, las previsiones de IRENA sugieren que las renovables deberán representar hasta un 40% de la producción de electricidad para 2030 y por encima del 75% para 2050. Todo ello debería conseguirse al mismo tiempo que se implantan otros sistemas de producción, almacenamiento y redes libres de carbono.

El informe de Deutsche Bank apunta más desafíos: las fuentes de energía renovables son más abundantes en algunas regiones del mundo que en otras; y eso significa que se necesitarán líneas de transmisión que conecten regiones nubladas y sin viento con otras, quizá al otro lado de la frontera, con sol y viento abundantes.

Por otra parte, la producción de las renovables puede variar de forma imprevisible y entre temporadas, lo que crea el riesgo de cortes importantes en algunos periodos y de sobreproducción en otros. En este contexto, se debate el papel de otras fuentes libres de carbono, incluida la nuclear, que actúen de respaldo limitando los efectos de las variaciones estacionales de las energías ‘verdes’ y reduciendo la dependencia nacional de combustibles importados.

El CIO Special de abril de la entidad alemana identifica, como se ve, grandes desafíos para las energías de respaldo. También observa retos en la multiplicación prevista de la producción de las renovables y en el ambicioso despliegue de sistemas de producción, almacenamiento y redes libres de carbono que deberán conectar regiones, a veces, muy distantes y en diferentes países. Estos retos están a la altura de una revolución que quiere abrazar, al mismo tiempo, una economía casi totalmente electrificada, un aumento sustancial en la producción energética y un desplome rotundo en las emisiones.

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