- Las limitaciones medioambientales obligan a introducir cambios en el sistema para satisfacer cuatro demandas humanas fundamentales: la energía, la alimentación, la producción (incluida la vivienda) y la movilidad.
- La tecnología permitirá y limitará a la vez el cambio del sistema, como también lo hará la aceptación social y política. A continuación, examinamos los retos principales que plantea el hecho de poder satisfacer estas cuatro exigencias clave.
- Entre las prioridades figuran la electrificación (energía), la resiliencia de la producción y la reducción de residuos (alimentación), los principios de la economía circular (producción) y la movilidad inteligente sin emisiones.
Por razones comprensibles, el planteamiento global de las cuestiones medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) ha consistido a menudo en fijar objetivos amplios, tales como el freno al calentamiento global. Estos objetivos tienen el mérito de centrar la atención política y (en teoría) los recursos económicos en un reto específico.
Sin embargo, una inversión ESG eficaz requiere ir más allá de los objetivos y reflexionar más a fondo sobre los cambios que debemos implementar en el sistema. Los inversores deben comprender en qué punto nos encontramos (en términos de estas demandas y cómo las empresas responden a ellas actualmente), así como las posibles oportunidades y limitaciones futuras en la transformación hacia un modelo económico más sostenible.
La triple crisis planetaria (cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación) es el motor más evidente del cambio del sistema. La preocupación por los llamados "límites planetarios", es decir, lo que el planeta puede soportar antes de que nos enfrentemos a una desintegración irreversible, ha impulsado una regulación medioambiental nacional e internacional, junto con iniciativas para fomentar la inversión en tecnologías más sostenibles y la valoración del capital natural, el fallo más importante del mercado.
La crisis medioambiental es en gran medida el resultado de satisfacer cuatro necesidades humanas clave: la energía, la alimentación, la producción (incluida la vivienda) y la movilidad. Nos centramos específicamente en estas cuatro demandas porque son las que tienen la doble materialidad más alta respecto a la naturaleza. La doble materialidad considera tanto el impacto de la actividad empresarial en el medio ambiente, como el impacto del entorno o de los factores externos en la propia viabilidad empresarial. Así, por ejemplo, nuestro sistema alimentario es el motor más importante de la pérdida de biodiversidad, a la vez que, paradójicamente, depende en gran medida de su riqueza1. En consecuencia, estas cuatro necesidades clave contribuyen significativamente a la crisis planetaria y, potencialmente, son la solución para un futuro sostenible.
El deseo de la humanidad de satisfacer sus cuatro necesidades básicas ha dado lugar a nuestro actual sistema económico. Por lo tanto, nos referimos a ello como a una estructura de mercado-demanda. En el pasado, las empresas respondieron a estas cuatro demandas clave aumentando la oferta, sin tener en cuenta su impacto sobre el capital natural ni sobre otros factores medioambientales. Como resultado, hoy contamos con complejas estructuras corporativas y económicas, cada vez más inadecuadas para satisfacer estas demandas. Dicho esto, estas estructuras de abastecimiento no pueden desmantelarse, así como así, puesto que, evidentemente, es fundamental seguir satisfaciendo la demanda de la población mundial. En consecuencia, debemos incidir en cambiar la forma de satisfacer estas cuatro demandas como parte de un proceso de transformación hacia un modelo más sostenible.
Nuestra capacidad para satisfacer estas cuatro necesidades básicas durante este proceso de cambio del sistema no sólo vendrá determinada por las prioridades medioambientales. La tecnología, por ejemplo, desempeñará un papel clave en la transformación y en cómo responderán los distintos sectores. Pero, ¿cuáles son sus limitaciones? Y, por otro lado, ¿son viables los cambios propuestos en materia de energía, alimentación, producción manufacturera o movilidad en un contexto social/político? Si bien la preocupación por el medio ambiente es el principal motor del cambio, y es probable que la tecnología ofrezca un abanico cada vez más amplio de formas de abordarla, las cuestiones sociales/políticas pueden poner límites a lo que podemos hacer.
Destacamos a continuación algunos retos clave para satisfacer estas cuatro necesidades básicas futuras de forma sostenible. Por supuesto, no hay soluciones ni respuestas sencillas. De hecho, es probable que los avances se produzcan a través de un proceso de evolución guiada en que los planteamientos políticos, empresariales y de los inversores avancen en zigzag a medida que siga mejorando la comprensión de la sociedad respecto a los problemas medioambientales y la forma de abordarlos. El desarrollo de una mejor comprensión de las principales cadenas de valor de la economía mundial será crucial en este proceso. Asimismo, es probable que se preste cada vez más atención a la "doble materialidad", es decir, a la idea de que debemos tener en cuenta tanto cómo la actividad empresarial afecta al medio ambiente como qué significa un entorno cambiante para la actividad empresarial. El proceso de cambio generará oportunidades para los inversores, pero también riesgos en torno a las industrias establecidas y los sectores vinculados a ellas.
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