26 de enero de 2023 // ESG
Proteger el medio ambiente ya es esencial para los inversores
Según un sondeo reciente1 de Deutsche Bank, casi el 80% de los inversores piensa que sus operaciones deben tener un impacto positivo sobre el mundo.
Hoy, 26 de enero, celebramos el Día Internacional de la Educación Ambiental, una fecha perfecta para recordar lo mucho que han cambiado los mercados en los últimos años. A la rentabilidad y seguridad se está uniendo, en el podio de las grandes prioridades de los inversores, la huella que dejan sus apuestas en la sociedad y en el planeta.
O dicho de otra forma: ahora se trata de conciliar rentabilidad, seguridad y sostenibilidad y no únicamente de apostar por las dos primeras. Y esa gran conciliación también supone que la sostenibilidad no ha venido a obligarnos a renunciar ni a los beneficios sustanciales ni a la seguridad que necesitamos en nuestras carteras.
Para que los inversores sean aún más conscientes de sus decisiones ambientales, entró en vigor la revisión de la directiva europea MIFID II2 el verano pasado. Según ella, las entidades deben preguntarles cuánto les preocupa la sostenibilidad, qué porción de sus carteras quieren dedicar a inversiones sostenibles y cuáles son los criterios por los que necesitan que se elijan los productos sostenibles en sus carteras.
La directiva es una manifestación de un fenómeno más amplio: la creciente sensibilidad de los inversores con la sostenibilidad, el incremento de la oferta por parte de los bancos de productos sostenibles fiables y de calidad y la convicción de que el tiempo para contener las peores consecuencias del cambio climático y la contaminación excesiva se está acabando3.
El interés por conocer las preocupaciones de nuestros clientes, quedó reflejadas en la encuesta anual que publicó Deutsche Bank en noviembre bajo el título de ESG Survey 2022 Trends and concerns4. Allí se aprecia cómo, para empezar, casi el 80% de los inversores piensa que sus operaciones deben tener un impacto positivo sobre el mundo. En ese impacto positivo, que cabe identificar en sentido amplio con la sostenibilidad, los inversores subrayan el ámbito medioambiental como el más importante.
Dentro de los aspectos ambientales, la principal preocupación de los inversores tendría que ver con el cambio climático y destacaría claramente sobre el resto. Después vendrían, de mayor a menor preocupación, la degradación de la tierra, la contaminación de los océanos y la pérdida de la biodiversidad.
Tiene sentido que los inversores se preocupen por el cambio climático, porque, según el sondeo de Deutsche Bank, el calentamiento ya está teniendo un impacto financiero negativo en la economía mundial o lo tendrá en los próximos diez años si no se afronta debidamente. Otra cosa es que la inmensa mayoría se haya convencido de que los criterios de sostenibilidad sean una forma idónea de gestionar los riesgos de las carteras, cosa que no ha sucedido. El motivo quizás sea que consideran que la sostenibilidad puede ser un medio extremadamente útil para gestionar los riesgos pero, desde luego, no es el único riesgo y no siempre el principal.
La preocupación de los inversiones no debe confundirse con que sean pesimistas. De hecho, según el sondeo de Deutsche Bank, la mayoría se muestra optimista e incluso muy optimista cuando se les pregunta si creen que la humanidad será capaz de evitar el calentamiento excesivo del planeta mediante la innovación tecnológica. Por otra parte, la preocupación tampoco debe confundirse con conocimiento avanzado, porque la inmensa mayoría de los inversores admite en el sondeo que no sabe en qué consiste el capital natural.
Es verdad que los reguladores esperan acelerar esa formación con iniciativas como la directiva que mencionábamos antes y que exigen que sean las entidades financieras las que orienten a los inversores sobre las mejores vías para gestionar los riesgos relacionados con la sostenibilidad y, más en particular, los desafíos del medio ambiente.
Sin embargo, y como advierte el informe que recoge el sondeo de Deutsche Bank, las instituciones financieras solo pueden ser un conductor, junto con los inversores bien formados, las corporaciones y los Gobiernos, de un cambio económico necesario. Un cambio que, hoy que celebramos el día internacional de la educación ambiental, debemos recordar que es un esfuerzo y compromiso de todos para proteger unas sociedades y un planeta que también son que todos.
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