29 de abril de 2022 // Inversiones & Mercados
La inflación obliga a los bancos centrales a ser más agresivos
Nos encontramos en una situación extraordinaria. La inflación se ha colocado, tanto en EEUU como en la Eurozona, en niveles no vistos en varias décadas. Varios son los motivos de esta subida de los precios. En primer lugar, la recuperación de la economía mundial tras la pandemia, que ya desde verano de 2021 está provocando una fuerte demanda de bienes y servicios. Al mismo tiempo, el mundo post pandemia ha generado algunas restricciones de la oferta, algo que a lo que se ha añadido la guerra ruso-ucraniana, tanto por el parón de la producción de materias primas básicas para la industria, como el paladio, el níquel o el platino, como por los efectos de las sanciones.
La inflación está asimismo repuntando en el sector de servicios, donde se observa un fuerte efecto de la crisis de la COVID: la escasez de mano de obra. La tasa de participación de la fuerza de trabajo en EE.UU. no se ha recuperado hasta los niveles de antes de la crisis; en Europa, el desempleo ha caído por debajo del nivel anterior a la pandemia y un 25% de las empresas indican que la escasez de mano de obra está limitando su producción. La baja tasa de paro respalda el poder de negociación de los sindicatos. La situación dependerá en gran parte de si a las empresas y trabajadores les preocupa más la incertidumbre económica o las perspectivas de inflación. El resultado, el IPC de EEUU rebasó en marzo el 7% anual, y en la Eurozona, se situó en el mismo mes en el 7,5%.
Aunque se espera que las tendencias inflacionistas se moderen a partir de mitad de año (menos subida de la energía, efecto base favorable), es probable que persistan tendencias a largo plazo, como la reducción de la fuerza de trabajo y la creciente proporción de PIB generada por los servicios, más intensivos en manos de obra, y la apuesta por energía renovables, que sin duda son clave en el largo plazo, pero a corto plazo implican unos mayores costes de producción. Por consiguiente, es improbable que la inflación vuelva al nivel de antes de la pandemia en los próximos años.
Lo que está claro es que la subida de la inflación es un grave problema para los bancos centrales. En la reunión del FMI de la semana pasada tanto Powell como Lagarde dejaron claro que les preocupa la subida de la inflación, y que actuarán más pronto que tarde para intentar rebajar la misma. En el caso de la Fed, se llegó hablar incluso de subidas de 75 pb., algo que ha descolocado al mercado. Se espera que la Fed suba 50 pb. los tipos de interés oficiales en la reunión del 4 de mayo, y otros 50 pb. en la reunión de junio. A partir de ahí, seguirá subiendo pero la magnitud de la subida dependerá de cómo evolucione la inflación. En el caso del BCE, Lagarde sorprendió con una potencial subida de tipos incluso antes de verano, ante la preocupante subida de la inflación.
El cambio en la política de los bancos centrales hacia mucha más agresividad está pasando factura a los activos de renta fija, con fuertes subida en las rentabilidades (caída en el precio). En EEUU, la rentabilidad del Treasury a 10 años se acerca al 3%, comparado con el 1,2% que teníamos en verano de 2021. En Alemania, los tipos se acercan al 0,9%, frente a niveles negativos de finales de 2021. Niveles en ambos casos que parecen una sobrerreacción. En el caso del BCE, sus nuevas previsiones de crecimiento se publicarán en junio, y será clave ver si mantiene sus previsiones de inflación por encima del 2% tanto en 2023 como en 2024.
En resumen, los activos de renta fija van a seguir sufriendo a corto plazo ante el mayor endurecimiento monetario que están reflejando los bancos centrales. No obstante, la caída de los precios ha sido exagerada, a medida que se vayan reevaluando las futuras actuaciones monetarias deberíamos ver un mejor comportamiento de estos activos.
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