¿Cómo podemos combatir el cambio climático, salvar nuestro planeta, las especies que nos rodean y a nosotros mismos? No hace mucho que se ha reconocido que las ciudades constituyen puntos críticos de alto riesgo/impacto para la crisis climática y, en consecuencia, son en sí mismas actores importantes para su resolución.
El cambio climático es más acusado en las ciudades
En la actualidad, las ciudades están entre los lugares con mayor probabilidad de sentir los graves efectos del cambio climático. Las masas de hormigón, metal y vidrio de las zonas urbanas pueden hacerlas más cálidas que el paisaje circundante por la forma en que absorben, emiten y reflejan el calor. La escasez de agua y el empeoramiento de la contaminación atmosférica amenazan con hacer insoportable la vida en muchas ciudades.
La investigación y las estadísticas son claras: la crisis climática hace que más de la mitad de las grandes ciudades del mundo (el 58%) sean vulnerables al menos a una de las grandes catástrofes naturales, con las inundaciones, tormentas y sequías encabezando la lista. La pregunta clave, tal y como la plantea nuestro experto en cambio climático Markus Müller de Deutsche Bank, es si muchas ciudades seguirán siendo habitables en el futuro.
Las cifras muestran la magnitud del problema: se calcula que 680 millones de personas residen en zonas costeras bajas y se espera que esta cifra supere los mil millones de cara al 2050. Si el nivel medio global del mar sube dos metros de aquí a 2100, se prevé que unos 187 millones de personas se verán obligadas a reubicarse. Además, se espera que las inundaciones y la subida del nivel del mar cuesten a la economía mundial 14,2 billones de dólares de aquí a finales de siglo.
Las ciudades son la fuerza motriz de la vida moderna y las principales emisoras de CO2
Solo en 2019, las ciudades generaron 70 billones de dólares, lo que supone el 80% del PIB mundial; sin embargo, este poder económico tiene un inconveniente vinculado a la emisión masiva de gases de efecto invernadero. El consumo de energía por parte de los hogares, los servicios y la industria, el entorno construido y la movilidad son los factores principales.
Entonces, ¿cómo podemos reducir las emisiones y planificar las ciudades pensando en el futuro? Hace tiempo que hay numerosos ejemplos, como las ciudades forestales de China y Malasia; o la ciudad de Masdar, en los Emiratos Árabes Unidos, que aspira a convertirse en la ciudad más sostenible del mundo.
Asimismo, cerca de Pekín se está construyendo una ciudad toda de madera. Y cuando las ciudades costeras empiecen a hundirse, la gente podría trasladarse a ciudades flotantes. Hoy se está ya trabajando con estos conceptos en muchos lugares. Filipinas está construyendo de forma oficial una ciudad para reemplazar a su capital porque es probable que Manila quede sumergida. La nueva ciudad estará situada a 100 kilómetros de la costa y se la está preparando para resistir a terremotos y otras catástrofes naturales.
Una persona prevenida vale por dos
¿Son estas ciudades modelo de nueva construcción, muchas veces planificadas y construidas por renombrados estudios de arquitectura, la solución a los problemas de las ciudades globales? Si nos fijamos en los costes de muchos de estos proyectos, es poco probable que construir ciudades enteras desde cero sea la solución para una población urbana que cuenta con varios miles de millones de personas. Sin embargo, estos proyectos son grandes experimentos que podrían ayudar a evaluar los escenarios a los que podrían adaptarse las diferentes soluciones.
Soluciones para ciudades construidas
En nuestro dossier de hoy nos fijamos en las ciudades ya construidas: ¿cuáles son las respuestas más eficaces contra la crisis climática?
Le preguntamos a Alan Organschi, arquitecto director del laboratorio de innovación de Bauhaus Earth, pionero y defensor de la construcción de ciudades de madera, quien deja muy claro que la solución más sostenible para las grandes ciudades europeas no consiste en construir ciudades nuevas, sino en actualizar con energía las ya existentes, siempre que sea posible.
Esta forma de pensar se acerca mucho a la agenda del ayuntamiento de Madrid. La capital española forma parte de la red C40 y quiere alcanzar la neutralidad climática en 2050. En su estrategia de sostenibilidad identifica el sector de la construcción residencial, comercial e institucional como el mayor emisor de gases de efecto invernadero, siendo responsable de más del 50% de todas las emisiones.
Destacamos el gran esfuerzo de esta ciudad por restaurar sus edificios antiguos, al mismo tiempo que mejora las condiciones de vida de comunidades socialmente desfavorecidas, como la del barrio del Aeropuerto. Para nuestro compañero de Deutsche Bank en España, Álvaro Pino, es un orgullo pensar en el importante cambio que esto puede suponer para la vida cotidiana de los residentes de estos barrios.
En Colombia hay otro aspecto que también desempeña un papel importante: la biodiversidad. Después de Brasil, Colombia es el país con mayor diversidad de especies del mundo. Su Presidente, Iván Duque-Márquez, ha incluido la conservación de la biodiversidad en la agenda política y ha puesto en marcha la iniciativa BiodiverCities de cara al 2030. El proyecto quiere mostrar cómo el desarrollo urbano y la naturaleza pueden armonizarse, y cómo las soluciones basadas en la naturaleza pueden hacer de las ciudades lugares más habitables y resilientes frente a la crisis climática.
No existen soluciones únicas
Cuando se trata de ciudades y crisis climática, queda claro que no existen soluciones únicas. Para poder evaluar las medidas más eficientes en el menor tiempo posible es necesario tener en cuenta la situación geográfica, la importancia de la ciudad para la región, la estructura del edificio, las prioridades económicas, y muchos otros factores. Y todos estos proyectos necesitan financiación.
Una gran necesidad de financiación
En nuestra entrevista a expertos, Claire Coustar, del banco de inversiones, explica cómo la nueva cooperación con el sector privado es clave para la financiación. En su opinión, los bonos verdes son un "buen instrumento para que las ciudades financien proyectos sostenibles".
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